Asegura Sócrates que él siempre ha sido muy europeísta pero quiere conservar empresas estratégicas en su poder. Muy cierto, lo que ocurre, don José, es que no se trataba de una OPA sobre Portugal Telecom sino de comprarle, a precio de oro, su participación en VIVO, porque la filial brasileña es más grande que la matiz portuguesa, y resulta que PT no tiene capacidad suficiente para financiar la expansión. Es decir, que no se trata de una colonización empresarial española de Portugal sino, en tal caso, de Brasil, Gobierno que, por cierto, está feliz con la inversión de la operadora Española en Brasil, inversión que no puede ampliarse al ritmo debido porque PT no puede aportar los fondos suficientes.
Pero lo más llamativo no es esto, no señor. Lo más llamativo es el reconcomio que debieron sentir en Moncloa. Nuestro ínclito presidente del Gobierno debía estar preocupadísimo el pasado miércoles 30 de junio, porque la prepotente compañía española Telefónica estaba poniendo contra las cuerdas a su querido amigo Sócrates, el único que le hace caso cuando se trata de instaurar el aborto obligatorio. Pero una cosa es el aborto y otra los campeones nacionales.
Este es el problema de España. Sócrates defiende a Portugal Telecom de Telefónica, mientras que Moncloa defiende a Sócrates de España. Es lo que podríamos llamar la asimetría patriótica.
Como decían en Telefónica en referencia al Gobierno Zapatero: No queremos que nos ayuden, solo pedimos neutralidad. La confirmación llegó en la mañana del jueves. Dice Zapatero: espero que este conflicto entre empresas se sustancia por la vía del diálogo y el entendimiento. Pero si no ha sido un conflicto entre empresas, sino entre una empresa y un Gobierno. El 74% de los accionistas, es decir, de los propietarios de la empresa, votaron a favor de la oferta de Telefónica y fue el Gobierno Sócrates el que dio un golpe de estado accionarial y dio por finalizado el conflicto. Está claro que España tiene un enemigo: el presidente del Gobierno español.
En ningún otro sitio como en España se hace realidad aquello de Cuerpo a tierra que vienen los nuestros.
Eulogio López
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