Sr. Director:
Enunciado en su forma más básica, el Principio de Peter dice que en una jerarquía todo empleado tiende a ascender hasta su máximo nivel de incompetencia; y que, una vez alcanzado ese nivel, de allí no le mueve nadie.
Esto explicaría que tantas cosas funcionen mal. A medida que la crisis económica vaya aumentando sus zarpazos, y Zapatero vaya mostrando sus exultantes carencias para afrontar los problemas, será frecuente oír la invocación del Principio de Peter para explicar cómo pudo llegar a presidente el risueño incompetente que nos gobierna.
Pero la aplicación de Peter admite otras interpretaciones... Porque si en vez de considerar al pueblo elector como la jerarquía que ascendió al incompetente, consideramos que esa jerarquía es el aparato del PSOE (que es quien le escogió como su secretario general, convirtiéndolo automáticamente en candidato a la presidencia de Gobierno), las cosas cambian radicalmente.
Desde esta perspectiva, la competencia o incompetencia de Zapatero no habría que valorarla según la eficacia de su gestión en relación con el bien común de todos los españoles, sino atendiendo a la eficacia perseguida por el partido que lo encumbró; cuya finalidad no es otra que la de todos los partidos políticos: ocupar el poder durante el mayor tiempo posible.
Y si la mayoría de los electores sigue creyendo y votando a ZP, éste es muy competente, ya que está cumpliendo excelentemente con el objetivo buscado por la jerarquía del PSOE. Vistas así las cosas, Zapatero no sólo no representaría un exponente del Principio de Peter, sino que constituiría el culmen de la eficacia. Es lo que tiene la partitocracia que «disfrutamos» y que tan pomposamente nos venden como Democracia: que lo mejor para el partido, no implica que sea lo mejor para el interés de toda la nación.
Miguel Ángel Loma Pérez
malomap@telefonica.net