"Somos Uno" es una ONG que en colaboración con Jess Foundation, de Tailandia, lucha contra el drama de la prostitución infantil en el mundo asiático. Tiene como objetivo recaudar fondos para becar los estudios de las niñas y sacarlas del círculo vicioso en el que se encuentran y del que es muy difícil escapar. Todos los fondos se dirigen íntegramente a la educación de niñas y su mantenimiento, para evitar que caigan en la trampa de la prostitución infantil.
Cuenta el escritor, y premio Planeta, José Luis Olaizola (en la imagen), que en su primer viaje a Tailandia conoció a una niña que tenía catorce años. Se llamaba Ama. Ella decidió prender fuego al burdel en el que vivía retenida. Cuando la policía la detuvo y le preguntó por qué lo había hecho, les contestó: "Sería feliz de morir abrasada si conmigo moría también el dueño del burdel".
Pero frente al mal, cuenta Olaizola que encontró el remedio: una organización que dirige el misionero Alfonso de Juan que lucha contra esa ignominia. Al principio comenzó a colaborar con esa organización, hasta que vista la generosa respuesta de los españoles se ha visto impelido a constituir una ONG.
Rasami (en la imagen) es profesora de español en la Universidad de Chulalongkorn, de Bangkok. Es tailandesa de origen chino y pertenece al movimiento budista, Santi Asoke. Es una de las principales colaboradoras del misionero Alfonso porque, como ella dice, para hacer el bien no hace falta pertenecer al mismo credo.
Fue a través de Rasami como Olaizola conoció al padre Alfonso de Juan. Rasami solicitó permiso del escritor para traducir y editar gran parte de sus libros en Tailandia, advirtiéndole que no podía pagarle los derechos de autor ya que lo que obtuviera con su venta lo destinaría a actividades sin ánimo de lucro. Afirma el autor que se los cedió, no por generosidad, sino por pereza.
Con lo recaudado por la venta de los libros que ha traducido y editado se han podido construir alguna escuela y hasta un pequeño pantano de regadío.
Todo lo cual ha obligado a Olaizola a viajar a Tailandia, incluso para dar conferencias a hispanistas tailandeses y en uno de esos viajes conoció al misionero Alfonso de Juan que lleva cuarenta años en Tailandia luchando en los más diversos frentes, contra los poderosos que abusan de los más débiles. Tiene un grupo de personas que le ayudan a detectar a niñas que están en grave riesgo de ser vendidas para la prostitución. Niñas pobres, huérfanas o de familias desestructuradas. El remedio está en facilitarles el acceso a la educación.
Clemente Ferrer