En el 35 aniversario de la caída del Muro de Berlín, hay quienes envidian el espíritu de superación de los alemanes y de otros países del Este europeo que también padecieron su IV Reich pero comunista. No es el caso de España que de tanto arrimarse a Alemania se está mimetizando cada vez más con la ex-RDA que ha dejado de existir.

España tiene un devaluado espíritu histórico de superación según con quién nos comparemos. Salimos airosos de una dictadura hacia una transición ejemplar, pero en muchos menos años no pocos países comunistas del Este europeo -tras la bancarrota total de sus economías y el colapso de su sistema- tomaron como referencia España e hicieron su transición de la dictadura comunista a la democracia logrando superar en tiempo récord ya el PIB español. A pocos en España les inquieta esta realidad histórica.

Si nos comparamos con potencias de primera magnitud, España no supera ni el examen de selectividad pues tiene pendiente aún de remontar su memoria histórica, prolongadas policrisis económicas, calamidades sin remontar como la pandemia, el desastre del volcán la Palma o ahora la DANA de Valencia por falta gestión organizativa y disparidad de competencias políticas absurdas que redundan en una lejana mejoría colectiva. Individual sí mucha y así se constata.

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Miren, Alemania que cumple ahora 35 años de la caída del muro de Berlín. Sufrió dos guerras mundiales, la división del país durante cuatro décadas, las cuantiosas reparaciones económicas y morales a los aliados -tanto tras el Tratado de Versalles que puso fin a la primera contienda mundial como las indemnizaciones por el Holocausto a un amplio número de países-, con la consiguiente humillación mundial durante generaciones hacia el pueblo alemán por las barbaries del nazismo.

Pero a pesar de todo, pronto llegó con el ahínco por el trabajo “el Milagro Alemán” y la envidia del “Made in Germany”. Poco después costeó ella sola la reunificación con la caída del Muro y del telón de acero, reconstruyó una parte del país sucumbido por el comunismo y ayudó a levantar la “Casa Común Europea” (osea la UE) que tanto gustaba aludir el ex canciller Helmut Kohl y el presidente francés Mitterrand. El gasto público y la deuda pública alemanas hoy en día pese a tantos avatares históricos son objeto de envidia en medio globo.

Alemania ha sufrido crisis como todos, pero su clase política, su Mittelstand (pymes) y los trabajadores han sabido superarla con consensos como demuestran las reiteradas Grandes Coaliciones y convenios colectivos sectoriales que han dado paz social a largo de los últimos 70 años a base de una receta muy simple en democracia: la honestidad, el sacrificio colectivo, la transparencia de los poderes, instituciones, medios y contrapoderes.

Por contra, en mucho menos tiempo España se ahoga en un pantano de agua torrencial, provocado por los embustes cotidianos, la falsa división de los poderes, la democracia fallida, una crisis que empalma con la siguiente, la corrupción perenne, los efectos de la invasión de Rusia en Ucrania, la pandemia, el volcán de la Palma, la llegada masiva de migrantes, el conflicto de Oriente Medio, la tragedia de la DANA y hasta la firmeza de Trump en geopolítica internacional que tendrán sus efectos seguro sobre nuestro país.

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Mientras unos como Alemania hacen sus deberes, ¿cuántos años más necesitamos en España para reponernos de 50 años de la muerte de Franco si aún está más vivo que nunca? O ¿para habilitar un techo a los que quedaron hace un par de años sin sus hogares por el terremoto de Murcia, la lava del volcán, los incendios forestales y otras muchas inundaciones por gota fría como hicimos con tanta celeridad cediendo lujosas habitaciones de hoteles a los allegados en cayucos?



Ahora la DANA descarga del cielo en Valencia con una España más polarizada que nunca, la corrupción de unos y otros, la justicia afectada de falta de imparcialidad política, la prensa en declive por renunciar a su rol verdadero y el sorpasso de las redes sociales, la justicia con mucho retraso (como el caso Pujol tras haber transcurrido más de 10 años), mientras el país pierde fuelle a galope aunque nos vendan que vamos como un cohete. Pero el PIB retrotrae escalones a costa de otros países que en mucho menos tiempo y en peor situación de partida en el Este europeo nos están superando porque la política, instituciones democráticas, empresas y trabajadores allí están a lo que están.

Qué hubiera sido de España si le hubiera tocado el destino calamitoso de Alemania a lo largo del siglo pasado con varias guerras mundiales, altísimas reparaciones internacionales, partición de la nación, posterior reunificación, al mismo tiempo que levanta Europa y lidera en la UE varias crisis globales. Algunos aluden al Plan Marshall que ayudaron a la derrotada Alemania nazi, pero es comparativamente mucho menos cuantioso que los fondos europeos Next Generation adjudicados a España por la UE y aún así somos incapaces de administrar a todos aquellos necesitados, menos a los enchufados del poder y a las comisiones que se cobran por el camino.

Hay que añadir, que España viniendo de ese escenario seguramente estaría postulando hoy en día no por pertenecer al G-20 sino por abrirnos paso en los BRICS. La tercermundización del sistema español actual, que no se cansa de mirar a la guerra civil, nos ha arrastrado a mantener y costear las pensiones de miserables políticos condenados que trapichean con los dineros públicos, falsean relatos, mienten con descaro, degradan las instituciones y se rien en nuestras caras sin que pase factura en las urnas porque saben que el pueblo padece deficiencias del coeficiente intelectual tal y como refleja el informe PISA.

Qué hubiera sido de España si le hubiera tocado el destino calamitoso de Alemania a lo largo del siglo pasado con varias guerras mundiales, altísimas reparaciones internacionales, partición de la nación, posterior reunificación, al mismo tiempo que levanta Europa y lidera en la UE varias crisis globales.


España no es Alemania aunque por desgracia se parece cada vez más a la ex-RDA destacando por el paro, el fracaso escolar, el escaso espíritu crítico y de contestación social, la politización descarada de las instituciones, magra competitividad, bajo número de patentes y premios nobeles, pero eso sí un montón de premios planetas a caras famosas interesadas, chiringuitos, récord de políticos, aforados, malversadores de caudales públicos, así como de criminales corruptos indultados o amnistiados, vividores a cuenta del Estado etc todo ello sin voluntad de poner fin a tales despropósitos más propios de un país comunista que de uno democrático capitalista.

Por si fuera poco la semejanza a la ex-RDA, llevamos siete años de desgobierno social comunista que como los marxistas y bolcheviques dan culto a su líder pase lo que pase y achacan a los fascistas de signo contrario de todos sus males.

Aún así, menos mal que no cometimos la torpeza de invadir medio mundo, perpetrar pogromos contra ciertas razas, costear lo nuestro y las miserias del comunismo, erigirnos en potencia mundial y sacrificar valores y principios éticos porque entonces España no sería lo que es hoy sin duda alguna. A algunos les costará reconocerlo pero la decadencia de España empezó tras la caída del muro de Berlín.

Nos creímos el milagro español por ingresar en el Euro. Pero pronto llegaron como a todos nuevas crisis que obligaban a acometer reformas estructurales aunque sin embargo optamos por desatender los deberes y gobernar con minorías nacionalistas a cambio de continuos chantajes contra el Estado que hoy lamentamos. El resultado, una economía mayoritaria en manos del Estado en detrimento de la iniciativa privada con tendencia a nacionalizar, estatalizar y crujir de impuestos a los trabajadores como en las viejas economías social-comunistas del Este europeo, alejándonos de las democracias libres, transparentes y honestas que combaten el abuso y la corrupción.

Tanto que miramos y admiramos a la nueva Alemania, una lástima que la socialdemocracia y el conservadurismo germanos no sean ejemplo para nuestros homólogos españoles. Otro gallo cantaría en España si como dirían los anglosajones dejáramos de “perseguir aceras”.

@ignacioSLeon