Si recuerdan los días previos al 24 de febrero, cuando Rusia situó a 100.000 soldados frente a las fronteras norte y este de Ucrania, Washington no creía posible una invasión rusa de Ucrania y con cierta altanería aconsejó a Moscú que no hiciera tonterías. El resultado ya lo saben.
Ahora, en Taiwan, Washington está haciendo exactamente lo mismo. Eso sí, aquí, para dar más razón, la estúpida de Nancy Pelosi se ha encargado de añadir una provocación innecesaria a un mundo comunista que le ha perdido el respeto a Occidente. Tanto Vladimir Putin como Xi Jinping, están convencidos de que el blandito Occidente, tanto europeo como americano, no está dispuesto a ofrendar su vida por nada ni por nadie.
Además, resulta mucho más sencilla una invasión china de Taiwan que una invasión rusa de Ucrania.
Quiero decir que China puede invadir Taiwán con más facilidad que Putin invadió Ucrania y ya está lanzando misiles por encima de las cabezas de los formosinos, para asustar un tanto.
En el caso de Taiwan, además, Estados Unidos no puede mantener una guerra ni tan siquiera de contención a miles de kilómetros de sus costas. Europa, mejor no hablar. Por tanto, la única manera que tendría Washington de cumplir la promesa de la vedete Pelosi ("Estados Unidos nunca abandonará a Taiwan") consistiría en una una conflagración nuclear contra un país de 1.400 millones de habitantes.
Hoy, 9 de agosto, cuando otro majadero norteamericano, un tal Harry Truman, lanzó su segunda bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Nagasaki -por cierto, sede del catolicismo japonés- se vuelve a revivir, vía Moscú y vía Pekín, la posibilidad de un enfrentamiento nuclear. Porque resulta que las armas atómicas no sólo no han disminuido sino que están aumentado, en el mundo.
Y recuerden que son siempre los progresistas demócratas norteamericanos, no los pérfidos conservaduros republicanos, los gobiernos USA que empiezan las guerras.