En estos tiempos cabe pedir un ruego, tanto a los empresarios provocadores como a los activistas que buscan llamar la atención. Este no es otro que una vuelta a la discreción.

Claro que quizá el primer paso sea recordar a unos y a otros lo que significa la palabra discreción. Según la RAE, viene del latín, y significa: “sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar”, así como “don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad” y “reserva, prudencia, circunspección”. En esta ocasión, nos quedamos con la primera y la tercera definición, porque cada día hay muestras de que la prudencia al obrar no está de moda.

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El ruego de la vuelta a la discreción llega después de que Michael O’Leary, CEO de Ryanair, haya sido el último en recibir la ‘ira’ de las activistas climáticas en forma de tartazos, mientras le gritaban: “Dejad de contaminar con vuestros aviones” y “bienvenido a Bélgica”. O’Leary debería pedir consejo a Hans Dieter Pötsch, el jefazo de Volskwagen (preside el consejo de supervisión del grupo automovilístico alemán -el órgano que más manda en las empresas germanas- y el consejo de administración de su matriz, el holding Porsche SE), quien hace unos meses logró, con gran destreza, esquivar un pastel de parte de activistas climáticas.

Los tartazos a O’Leary ocurrieron en Bruselas, cuando este directivo irlandés se preparaba para posar con una figura de cartón de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y las firmas recogidas tras las repetidas huelgas de los controladores de tráfico aéreo en la UE que afectan a su aerolínea low cost especialmente (recuerden que Ryanair es la líder en tráfico de pasajeros en el continente). Claro que ya saben que O’Leary suele ser bastante polémico y ha respondido ante la cámara con mucha ironía: “Nunca me habían recibido tan bien. Por desgracia eran ecologistas y la crema era artificial. Invito a los pasajeros a venir a Irlanda, donde la nata es mejor”. Además, a través del perfil de la aerolínea en X (antes Twitter) se señalaba: “Cálida bienvenida hoy en Bruselas para celebrar las 7 nuevas rutas de RYR para el invierno 23. Los pasajeros están tan contentos con nuestras rutas y petición que están celebrando con pastel. ¡Tenemos deliciosas tarifas bajas!” y también “En lugar de comprar pasteles de crema, podría haber comprado un vuelo desde Bélgica por el mismo precio”.

Por cierto, los tartazos han coincidido en el tiempo con el anuncio de una cuarta huelga por parte de pilotos belgas de la aerolínea low cost con base en el aeropuerto de Charleroi para los días 14 y 15 de septiembre. Estos reclaman mejores salarios y condiciones, cómo no. Claro que ya saben que a O’Leary le gusta lo de provocar y la polémica: quería posar con la Ursula de cartón y las firmas para hablar sobre las huelgas de los controladores de tráfico aéreo en la UE que están afectando a Ryanair, todo ello después de que en X se le puede ver en una rueda de prensa delante de un fondo con los minions (y uno de ellos con un cartel diciendo I’m with stupid -estoy con estúpidos-) rechazando el informe “whitewash” de NATS (el servicio de control de tráfico aéreo con sede en Reino Unido), es decir, que considera que dicho informe intenta ‘blanquear’ lo ocurrido.

 

Claro que con tanta polémica de O’Leary hay quien ve los tartazos de las activistas climáticas como un montaje. 

Paralelamente, los activistas climáticos también deben ser más discretos y no hacer sólo cosas para llamar la atención. A sus protestas en la junta de Volkswagen o pegarse al suelo de un pabellón de la marca alemana (eso sí, pidiendo calefacción y un cubo para hacer sus necesidades, porque les gusta el activismo, pero con comodidad, por supuesto), se suma pinchar las ruedas de un camión con un taladro o cortar la carretera. Si tanto dicen que la culpa del cambio climático es del hombre, parece que la culpa de la crisis del transporte es de los ecologistas... y la gente empieza a cansarse.