El vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, no es un intelectual ni un tipo simpático pero posee la gran virtud de decir la verdad y poner el dedo en llaga: “Los señoritos son los que viven de producir cine que nadie ve”... y subvencionado por todos los españoles, además. Don Juan tiene toda la razón: los cineastas españoles trabajan para sí mismos, no para el público. Más que contar historias nos cuentan sus neuras. Insisto, con todas las excepciones que se quiera, con lo que el público español sigue prefiriendo las historias del cine americano o las de las nuevas series -el nuevo teatro- y apenas ve cine español o lo califica como “la teta española”, en referencia a la multitud de películas, mitad cutres, mitad sórdidas, a las que tan aficionados son los galardonados de los Goya. Mismamente, don Pedro Almodóvar.

Encima, la mejor manipulación es aquella que oculta el porqué: ¿por qué alguien ha dicho lo que ha dicho? Pues bien, García-Gallardo estaba respondiendo a los miserables políticos de izquierda y a los miserables sindicatos de clase que calificaron las protestas agrícolas como propias de señoritos y empresarios del campo. Por ejemplo, su excelencia el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, a quien daría muchos euros por verle doblar el lomo, una sola mañana, en una granja.

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Mismamente, el premiado en esta edición de los Goya, Juan Antonio Bayona, al menos nos ha contado una historia, aunque sea un tanto rancia. Almodóvar no: don Pedro nos cuenta sus mítines, sus obsesiones... y encima obsesiones cutres.

Pues bien, bajo el imperio de lo políticamente correcto, la verdad resulta ofensiva. El ‘vice’ castellanoleonés de Vox, aprovechando la horterísima gala de los Premios Goya de cine español, celebrada en Valladolid, llamó señoritos a los de un sector que recibe dinero público para filmar películas que, con excepciones, nadie quiere ver.

Insisto, con alguna que otra excepción, lo de Gallardo es una verdad como un templo, pero que naturalmente ha servido para que el cine español se rasgue las vestiduras y dé otro mitin sobre alfombra roja, en beneficio de Pedro Sánchez, allí, de cuerpo presente.

Verbigracia, contra la violencia sexual (¿Hay alguien que esté en contra de la violencia sexual?), con la cursilísima Ana Belén, la misma que se preguntaba, ante otro ecuánime, Jordi Évole, aquello de “¿acaso el comunismo te ha hecho algún mal a ti, aquí, en España?”.

Para Ana Belén, el Ku Klux Klan es una organización maravillosa: ¿a qué el Ku Klux Klan no te ha hecho ningún mal aquí, en España?

En primer lugar sí que me lo ha hecho, pero llama la atención que nuestra pedante actriz y cantante formule un argumento en defensa del comunismo, al que se puede responder de esta guisa: ¿Acaso el Ku Klux Klan te ha hecho algún daño, a ti, en España? Ergo, el Ku Klux Klan, según la intelectual María del Pilar Cuesta Acosta (Ana Belén) es cosa bonísima. Y tiene toda la razón: ni a mí ni a Jordi Évole, el Ku Klux Klan nos ha hecho mal alguno: ¡Vitoreemos al Ku Klux Klan!

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Pero a la Gala de los Goya camino de la necedad más absoluta y aprovechando la presencia de la estrella invitada, Pedro Sánchez, aún le faltaba un hervor. Si la lógica de Ana Belén es demoledora, la de Almodóvar, sobre todo en su constante intento por dar la nota, en este caso arremetiendo contra García-Gallardo, consistió en subirse al escenario -él siempre en el centro- y argumentar con la profundidad que le es propia. El amo del cine español, propagandista de la izquierda y obsesivo cristófobo -recuerden sus últimos insultos blasfemos contra quienes rezan el rosario en Ferraz-, nos ‘argumentó’ con un silogismo aún más profundo que el de Ana Belén. Ojo al dato: las subvenciones, él prefiere llamarlo anticipo, que los cineastas españoles reciben del Gobierno, las “devolvemos con creces” con impuestos y Seguridad Social. Y el público asistente aplaudió entusiasmado. De lo que se deduce que el mundo del cine entiende mucho de economía y de fiscalidad.

¡Qué cosas, Pedro! Y el resto de las empresas, que no reciben ni un euro de subvención pública, ¿acaso no pagan impuestos y nóminas, acaso no abonan su Seguridad Social que tu amigo Sánchez no deja de subir? Y sin recibir ni una sola subvención, ni un sólo anticipo, buscándose la financiación en el banco o hipotecando su casa.

Profunda Ana Belén, profundo Almodóvar, profundo y profunda caradura la del cine español.

Eso sí, a sus 72 años, Ana Belén ha decidido luchar contra la violencia sexual porque en el cine español, eso “se acabó”. Insisto, ¿hay alguien a favor de la violencia sexual contra la mujer? ¿Lo denuncia ahora Ana Belén, a sus 72 años de edad, cuando lleva 40 años como intocable y viviendo de las rentas?

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El ambiente que trocea al cine, en especial al cine español, resulta tan sincero, y tan humilde, que no tengo nada mas que decir.

Conclusión: García-Gallardo es mucho más inteligente que Almodóvar y que Ana Belén... y menos sectario... y menos caradura. Además, ha respondido a Almodóvar, tras la Gala de los Goya.