Y si a eso se le llama neoliberalismo, pues que viva igualmente. Y es que en campaña electoral hay un estruendoso silencio: el de la clase media, que es aquella que tiene una propiedad privada, ojo, pequeña. Por lo general, la propia vivienda. La clase media es silente y los políticos no necesitan hacerle la pelota porque la clase media no alza la voz. Pero tampoco debe llegar ese pequeño propietario, el del esfuerzo, el que saca adelante España a caer en la vieja proposición: "Mantienen sus sanos principios como si fueran oscuros prejuicios". Y así, los discursos melifluos campan a sus anchas en la campaña electoral. Un solo ejemplo: el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, asegura que piensa incrementar el Estado del Bienestar. Es decir, que le va a robar a usted más dinero, en forma de muy legales impuestos. Porque la propiedad privada no es una concesión a la bajeza: la liturgia de la dignidad de las familias. No podemos pasar de las tiranías burocráticas del socialismo a las tiranías plutocráticas del capitalismo. O al revés. ¡Que viva la propiedad privada pequeña! Porque la propiedad privada no es una idea, es un ideal. Hispanidad redaccion@hispanidad.com