A los británicos les va a costar un tiempo superar el error de haber aprobado en referéndum la salida de la UE. El Brexit salió adelante en 2016 por los pelos (52% contra 48%), lo cual es un problema, como en todas las consultas de ese tipo.
Ahora resulta, según el último sondeo (de NatCen), que hay 2,6 millones de ciudadanos que han cambiado de opinión y ya no apoyan lo que apoyaron hace dos años: la salida de la UE. Lo mejor es que da una vuelta también a los resultados de entonces y ahora sería el 59% el que apoyaría un contra-Brexit un segundo referéndum y seguiría en la Unión.
Pero Theresa May ha descartado una segunda consulta… y queda unos meses para cumplir la salida (marzo de 2019).
Se repite el mismo caso de otras consultas, cuyos resultados cambian con las renovaciones generacionales. En propio Reino Unido, con la independencia de Escocia.
En el último referéndum, el 62% (frente al 38%) quiso seguir con los destinos unidos pero, al poco tiempo, los nacionalistas volvieron a la carga para preparar otra consultar (no se trata solo de participar, sino de ganar).
Los canadienses, más prácticos, incluyeron una cláusula en la Ley de Claridad que paralizó en la práctica el impulso de Quebec para irse de Canadá. En 1995, cuando se celebró el último referéndum sobre la independencia, voto a favor un 49,5%. Demasiado peligro.