Ya lo tiene. Desde la mañana del miércoles. Ada Colau, alcaldesa y activista, deseaba tener su propio barco de inmigrantes al que salvar. La verdad es que ella no salva a nadie y cuando colabora en salvamentos lo hace con el dinero de los demás, con el dinero de los contribuyentes.
En cualquier caso, el problema de doña Ada se llama narcisismo. Quiere estar en el centro del escenario, sólo que en su caso se trata de dos escenarios: el de alcaldesa y el de activista. Debería conformarse con uno solo.
Así provocaría la mitad de desastres.