No es broma y ha ocurrido en Madrid. Dos policías municipales, que en ese momento iban de paisano, descubrieron el sábado un burdel clandestino en el barrio de Tetuán, según cuenta La Razón, que ocupaba dos pisos: en uno habían instalado una zona de copas, con mesas altas, música y luz tenue. En el otro estaban las habitaciones donde se prestaban los servicios.
Cuando llegaron, los agentes se encontraron que las 75 personas allí presentes, entre clientes y empleados, no cumplían las medidas de seguridad y no llevaban mascarillas. Lamentable. ¿Cómo es posible que en un burdel no se respete la distancia de seguridad? Total, que los policías denunciaron al responsable por infringir la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas (LEPAR), lo que puede suponer una multa de entre 10.000 y 600.000 euros.
El hecho de que fuera un burdel y, además, clandestino, es lo de menos. Lo que no se puede tolerar es la insolidaria irresponsabilidad de no mantener las medidas sanitarias contra el Covid, ¡Hasta ahí podríamos llegar!
En el entretanto, aconsejamos al alcalde Martínez-Almeida recuper los controles psiquiátricos de los componentes del cuerpo de guindillas capitalino, cuyo excesivo celo podría provocar efectos indeseados en las casas de lenocinio.