Ejemplarmente significativo el caso de Asia Argento, la actriz y directora italiana, la primera en denunciar al productor de Hollywood y depredador sexual Harvey Weinstein porque la violó cuando tenía 21 años, y mira por dónde ella hizo exactamente lo mismo -presuntamente- con el actor Jimmy Bennet, cuando el joven tenía 17 y ella 37.
Paradigmático también que Argento tuviera la cara de liderar el movimiento #MeToo, un caso emblemático del más furibundo de los feminismos, el americano, que se resume en una idea tan simplista como insulsa: el hombre es malo sólo por ser hombre y la mujer, lo contrario. O sea, "la misoginia estructural", con sus rimbombantes palabros.
Ahora se sabe, como remate, que Asia Argento pagó 380.000 dólares al joven Bennet, que ahora tiene 22, en un acuerdo extrajudicial para tapar una denuncia por lo mismo que ella acuso a Weinstein. Y ella, mientras, escondiendo sus agravios en un armario, como si se tratara de una película de terror de su padre, Darío Argento.