¿Sabían que además del dolor físico y el dolor emocional también existe el dolor a no poder expresarse en catalán? Pues así es, lo acaba de reconocer el conseller de Educación, el socialista Martí March. Y ¿cuál es la cura? El gobierno de la socialista Francina Armengol la ha encontrado: la Oficina de Derechos Lingüísticos. Está destinada a "visibilizar el problema que supone que demasiado a menudo los catalanoparlantes tengan que renunciar al uso de su lengua, una renuncia que puede resultar incluso dolorosa". La sintomatología no la conocemos, pero suponemos que se manifestará con un dolor en la lengua, en el paladar, en las cuerdas vocales...o así, que decía un vasco. 

Según publica El Mundo, en la oficina hay tres trabajadores: un director, un asesor jurídico y auxiliar administrativo, todos ellos funcionarios de la Comunidad. Su trabajo será atender y tramitar denuncias de acoso lingüísticoUna especie de policías de la lengua, sin capacidad de poner multas, pero sí mediar, arbitrar, pedir rectificaciones a la parte infractora e incluso reclamar la reparación de los daños causados. Como, por ejemplo, en el caso de un empleado de una gasolinera de Palma que, supuestamente, se habría negado a dirigirse en catalán a dos clientas, que al parecer se expresaban sólo en dicha lengua. El trabajador, por su parte, argumentó que hablaba en español porque se encontraban en España. El gobierno balear anunció que lo investigaría. 

Veremos cuántos 'dolores lingüísticos' consigue paliar Francina.