Cataluña ha polarizado de tal forma el país que, al parecer, todo vale con tal de ganar esa batalla. Meses atrás, Mariano Rajoy parecía un estafermo que no movía un dedo: ni por el acuerdo ni por ganar el conflicto propiciado por el desacuerdo. Ahora (UPyD ha demandado a Forcadell ante los tribunales por sedición) convoca a todas las fuerzas políticas emergentes para hacer causa común. Se equivoca: si por algo suspira el narcisista Artur Mas es por ser el centro de atención de todo lo que le rodea. Por echar mano, Rajoy ha echado mano del secretario general de la ONU Ban Ki-moon (en la imagen) y todo es bueno para el convento. Y el oblicuo representante del Nuevo Orden Mundial (NOM) se ha prestado al juego: por supuesto que sí, un sí grande, a la España unida. Ahora bien, que nadie se equivoque. Ban Ki-moon quiere que Cataluña no se separe porque prefiere una España unida pero, sobre todo, dócil a un gobierno mundial. No quiere verse obligado a captar dos monaguillos: Cataluña y el resto de España. Mejor absorber la soberanía española desde Nueva York tal y como es ahora: una, monda y lironda. La unidad de España le trae al pairo. Lo que pretende es sojuzgar a España, cabeza, algún día volverá a serlo, de toda la comunidad hispanohablante. Hispanidad redaccion@hispanidad.com