Ada Colau (en la imagen), nuestra política más prometedora, a fuer de sensata, está dispuesta a castigar a las compañías eléctricas que corten la luz a un cliente por falta de pago. Ya saben, pobreza energética, otro de esos tópicos maravillosos que ha puesto en circulación la progresía nacional. No existe la pobreza energética, lo que existe es la pobreza. Curiosamente, la alcaldesa de Barcelona, una de nuestras políticas intelectuales, a fuer de bienintencionada, es una entusiasta de las energías renovables. Es decir, que por una parte exige energía barata y, por otra, energía ecológica… que es la más cara de todas. De paso, siempre a beneficio del huérfano y los pobres de la capital, Colau promociona unas energías de las que se provecha todo tipo de gente, con tal de que sean millonarios, como, por ejemplo, los grandes productores de energía verde, todos ellos menesterosos. José Manuel Entrecanales, Ignacio S, Galán o Florentino Pérez, que son los que se llevan las subvenciones que pagamos entre todos por la vía de los impuestos, para que nos proporcionen una energía verde que nos cobran luego, como clientes, a precio de oro. A lo mejor, lo que hay que hacer es seguir la gradación lógica y justa: primero electricidad barata, luego que mantenga el suministro, luego segura y en cuarto lugar, muy en cuarto lugar, verde. Pero es sabido que estos intelectuales metidos a política, como la precitada Ada Colau, en cuanto se enfrentan a una contradicción de dos elementos actúan de forma sagaz: aceptan las dos alternativas y la contradicción misma, a título de tercera vía. Y si fuera necesario, crean una cuarta, de consenso, es decir, se tragan todas las incoherencias y contradicciones y se quedan tan frescos. Lo principal es quejarse por todo y a todos. Por cierto, en la mañana del viernes, el presidente e Iberdrola, Ignacio S. Galán, aclaró que la mayor parte de los impagos de la factura de la luz se produce en segundas residencias. O sea, que tiene dos pisos pero no tiene para pagar la luz. Lo que demuestra, una vez más, que una cosa es la santa pobreza y otra las miserias del jetas. Pues buena es nuestra Ada. Hispanidad redaccion@hispanidad.com