Idiotez suprema. La ministra de Salud, María Luisa Carcedo está empeñada en que estemos delgaditos. De grado o por fuerza.
Oiga: si el español está gordo es porque el nivel de vida ha mejorado. Y todavía hay gente que pasa hambre en el mundo (y, según el PSOE, también en España si no llega a ser por ellos). Además, el problema sanitario es la anorexia en las mujeres y la sumisión a las dietas estúpidas, pero eso no preocupa a la ministra.
En el fondo, no es más que culto al cuerpo. Y lo más importante: si me gusta comer, ¿por qué no me deja en paz, señora ministra? ¿Quién es usted para meterse en mi vida?
Luego están los consejos del Ministerio: beber agua –incolora, inodora e insípida-, nada de bebidas azucaradas ni alcohol. ¡Malditos bebedores de agua!, aseguraba Chesterton, incapaces de disfrutar de un buen vaso de vino.
¡Qué nos dejen en paz y no nos digan cómo tenemos que vivir!
Y menos culto al cuerpo, señora ministra. Y déjenos en paz.