Es obvio que en verano la gente tiene más tiempo libre que de costumbre. Me parece algo normal. Lo que ya escapa a mi humilde entendimiento es que lo dedique a participar en retos como “hacer caca”, -así como suena-, en las piscinas públicas.
Pues, sí, los chavales de entre 12 y 16 años se aburren mucho y se dedican a esos menesteres. Y el reto se ha hecho viral, oiga. La consecuencia; en las últimas semanas algunas piscinas públicas de la Comunidad Valenciana han tenido que cerrar en plena temporada alta por la aparición de heces en el agua.
Pero la broma puede salir muy cara. Además de ser un acto totalmente incívico, el principal problema derivado de esta moda reside en la aparición de bacterias que pueden suponer un riesgo serio para la salud, teniendo en cuenta que hablamos de agua estancada en un mismo lugar durante mucho tiempo.
Igualmente, si, por ejemplo, se aumenta la carga de cloro del agua la piel de los bañistas podría resultar afectada. Aunque, que quieren que les diga, yo, viendo ese panorama, ni me asomo a la piscina… como para meterme en el agua.
Pero, que no cunda el pánico, los ayuntamientos afectados ya han puesto en marcha medidas preventivas para acabar con la alerta marrón. En Tavernes, Blanques, por ejemplo, además de la identificación obligatoria a la entrada del recinto, se está estudiando la implantación de un sistema de detección instantánea de excrementos (tanto defecaciones como orina) en el agua.