Los organizadores de ese festival de Castellón se merecen un sobresaliente cum laude a la estupidez. Aunque es difícil averiguar si ha sido peor el trato sectario dado al cantante judío americano Matisyahu o la rectificación posterior, que suena a eso, a chiste. A ver si no cómo se puede suspender el concierto de un músico en Rototom porque no se pronunció, como le pidieron, sobre el conflicto palestino. O sea, para que soltara una diatriba en contra de Israel, para entendernos. Y eso, sin tener en cuenta lo insólito que es sí mismo tener que responder a un cuestionario de ese tipo antes de salir a cantar. ¿Se imaginan que se lo pidieran a Bob Dylan o los Stones? Después se disculpan y explican que se han equivocado, agárrense, al dejarse llevar por la campaña de boicot promovida por el movimiento BDS País Valencià, que zumba a Israel a la mínima de cambio. Y vuelven a invitar al cantante, finalmente, como si nada hubiera pasado, apelando al compromiso del festival durante 22 años "con la cultura de paz y respeto entre culturas y la libertad de creencias". ¡Toma ya! Esa rectificación, naturalmente, ha llegado, pero después del correspondiente toque del Gobierno, las embajadas de Israel y EEUU y de las comunidades judías. Es difícil acumular tantos despropósitos en unos días. ¿No sería mucho más sencillo que demitieran todos y a otra cosa, mariposa? Hispanidad redaccion@hispanidad.com