Interesante informe sobre la economía húngara, el realizado por Libre Mercado. Una economía a la deriva despierta al reducir el IRPF, el impuesto de sociedades y los impuestos que gravan el empleo. El único impuesto que sube es el fiscal. En efecto, a las familias no hay que juzgarlas por lo que ganan, sino por lo que gastan.
Y así, la obsesión de los eurócratas de Bruselas, verdaderos perseguidores de Viktor Orban y de su obra, se topan con un éxito económico singular, que ha rehabilitado la economía húngara, con una mínima tasa de paro y contraviniendo todos los tópicos, peligrosos tópicos, de la izquierda sobre lo bueno que es freír a impuestos a los ciudadanos.
Al tiempo, más flexibilidad laboral, porque el empresario no es un ser malvado que disfruta despidiendo al personal: simplemente, contrata gente cuando lo necesita y prescinde de plantilla cuando su negocio no da para más.
Pero no es esta la imagen habitual de Hungría que nos ofrecen diariamente.