Jerusalén, la capital donde el cielo se encuentra con el infierno, decía el Rabino Adin Steinsaltz, de la Universidad hebraica de Jerusalén. Hoy es una ciudad muy calladita, dado que todo el salvajismo habitual, ahora multiplicado, en la sede del mundo, se ha trasladado a Siria e Irak. Incluso tras el atentado en la vecina Tel Aviv. No deja de resultar curioso porque Jerusalén es la ciudad de la paz, al menos eso es lo que dice la etimología de su nombre. Probablemente haya sido la ciudad más violenta de la historia del hombre. Pero ahora nadie habla de Jerusalén, sino de Damasco, Alepo o Bagdad. Jerusalén es el lugar más sagrado del mundo, testigo silencioso del acontecimiento central de la historia humana: la resurrección. Permanezcan atentos a su pantalla. Jerusalén volverá al proscenio del mundo. Hispanidad redaccion@hispanidad.com