Puedo afrontar el neocomunismo totalitario de Podemos. Lo que no puedo sufrir es su cursilería. Lo del numerito del cartel, con el "VuELve" de Pablo Iglesias y la autocrítica 'soviet' añadida, fue demasiado para este viejo corazón.
Además, está el gesto del antifascista Miguel Urbán escenificando un paso atrás ante las cámaras de televisión para escenificar que es la hora de las mujeres.
La formación de Iglesias ha batido todas las marcas que se recuerdan (y son muchas) de vulgaridad hortera y de ordinariez. Los de Podemos son más cursis que un repollo con lazo.