Ser solidario no consiste en hacinar a los inmigrantes ilegales en verdaderos campos de concentración saturados de donde, como es comprensible, se escapan a la primera oportunidad para deambular por las calles.

La solidaridad consiste en ayudarlos en sus países de origen para que no tengan que emigrar, porque la emigración no es más que la deportación voluntaria. Y el exilio es muy triste.

Los refugiados son otra cosa.