Ya conocen las cuentas. Más del 60% de la factura de la luz es mercado regulado. La parte del Gobierno ha sido congelada. Por tanto, por ese lado no se disparan los precios. Lo que sube es la parte de mercado libre, el 35%. ¿Y por qué? Porque, aunque somos tan verdes, resulta que seguimos dependiendo de la energía francesa, que, casualmente, es poco verde: es nuclear. Y entonces, resulta que no llueve, por tanto no hay energía hidroeléctrica. No sopla el viento, adiós a la cara energía eólica. El sol huye del invierno y entonces la carísima energía solar se queda en oneroso capricho de los ecologistas. Y tenemos que recurrir a la energía fósil, al gas. Mejor sería que hubiéramos vuelto los ojos hacia la energía nuclear, la más barata junto a la hidráulica (que tampoco gusta a los pelmas de los verdes), energía de fisión que no contamina, que es como la energía verde y que apunta hacia la energía nuclear de fusión, que supondría la solución definitiva. Pero como mantenemos el estúpido dogma verde, pues sube la energía. La culpa la tiene… la energía verde. Hispanidad redaccion@hispanidad.com