Las leyes de política social tienden a ocupar el mayor número de trabajadores sociales. No es nuestro, es de Parkinson y sus famosas leyes. La mejor política social es la justicia social, que es, ante todo, justicia, y que consiste en pagar una remuneración digna por un trabajo digno. Es decir, nada de subvenciones, salarios, nada de limosnas. Porque no sólo se trata de que la llamada 'política social', tan amada por nuestros líderes políticos, sólo sirva para crear puestos de trabajo para presuntos ayudadores de presuntos pobres. Al final, los pobres se quedan de pobres y los únicos que suben son los ayudadores. Que consigue un buen salario por hacer más bien pocas cosas: distribuir las subvenciones que paga la gente normal, esos repugnantes seres con oficio pero sin mucho beneficio, que se desloman para pagar impuestos. Unos egoístas, como todo el mundo sabe. Hispanidad redaccion@hispanidad.com