Todo el discurso político español e iberoamericano se desarrolla en la negación continua de esta verdad: o se vive como se piensa o se acaba pensando como se vive.
Y en el olvido de esta otra: lo normal es lo que se atiene a la norma. O sea, que no es lo habitual.
Lo normal no es lo habitual. Tampoco es lo que hace la mayoría o el consenso social. Normal es lo que se atiene a la norma.
Esta confusión, también es muy socorrida en el ámbito de la conciencia individual y es en el inconsciente colectivo donde presenta su mayor peligro cuando lo habitual se convierte en norma moral. Porque, entonces, cabe la posibilidad de que las aberraciones se conviertan en mandamientos.
Y todo esto se resume en una frase: “O se vive como se piensa o se acaba pensando como se vive”.
Que es, mismamente, cuando dejamos de pensar. Como nuestros políticos, cuyo discurso cambia más o menos cada medio año. Últimamente, cada medio mes.