Todavía hay algo peor para un político que hacerlo mal: intentar hacerlo mejor en la recta final de su mandato. Ese es el caso de Barack Obama (en la imagen). Tras provocar las mayores matanzas en el mundo islámico con su primavera árabe y tras conseguir exportar el terrorismo moro a todo Occidente, ahora Obama pretende firmar la paz con Irán, lo que no estaría mal si no fuera porque puede provocar una nueva guerra, esta vez entre sunitas y chiítas.
Y en Iberoamérica lo mismo: firmar la paz con la dictadura cubana a costa de dejar a un lado a la disidencia cubana no parece una buena idea. A ver si, al menos, les recibe en la inminente Cumbre de las Américas a celebrar en Panamá.
Al mismo tiempo que traza lazos con Cuba, por aquello de que EEUU necesita un enemigo, Obama ha decidido cogerla con la dictadura bolivariana de Caracas, con la mentira de que Venezuela es un peligro para la seguridad norteamericana. Porque no lo es y sobre la mentira no se construye nada. Ahora bien. Sí que debería Obama apuntalar a la oposición venezolana.
Y es que el señor presidente de Estados Unidos está dispuesto a pasar a la historia, sólo que se puede dejar huella por diversos motivos: unos son buenos y otros no tanto.
En cualquier caso, ya encabeza un ranking: probablemente sea el peor presidente de la historia de los Estados Unidos. Yo también quería a un negro en la Casa Blanca pero no a éste.
Hispanidad
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