Naciones Unidas se ha embarcado en una nueva y genial aventura: la legalización mundial de la droga. Nada más lógico, en una sociedad alucinada y camino del manicomio. Lo cuenta La Celosía y es una pincelada más, sin histrionismos, de cómo Naciones Unidas se va convirtiendo en un museo de los horrores. El gran sueño político nacido de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1948, la institución más prestigiosa del planeta, se ha convertido en uno de los más crueles enemigos de la raza humana. Ninguna exageración: de la drogadicción sale muy poca gente. Y aún aquellos que salen quedan marcados por ese tiempo en que dejaron de ser libres, ergo, dejaron de ser hombres. En mayor o menor medida, que esto resulta secundario.
Lo más sorprendente: que pocos levanten la voz. ¡Qué raza más amodorrada!