La presión al dirigente socialista no viene sólo de la opinión pública, que no lo entiende, del PP y Ciudadanos -lógico- sino de su propio partido: estréllate sólito. La consigna del PSOE sobre las posibilidades de un acuerdo entre Ciudadanos y el PP es: chitón, absténgase de pronunciarse. Lo observarán en que ninguna figura socialista -léase, barones, regiones- habla de ello. Otra cosa es lo que haga la vieja guardia del partido, que está en el extrarradio, como Felipe González. O sea, esperan -antes de precipitarse- a que Rajoy mueva ficha, y si el PP ha tardado una semana en convocar a su Comité Ejecutivo, Pedro Sánchez (en la imagen) ni se ha planteado hacerlo. De ese foro podría surgir un replanteamiento del no a la investidura. Paradójicamente, en una situación así, todo queda en la cabeza de Sánchez, sobre el que pesa, no sólo la presión que inyectan Rajoy y Rivera, sino también de su propio partido. Hispanidad redaccion@hispanidad.com