Pedro Sánchez, preso de una política de gestos, se reserva otro más para el primer Consejo de Ministros del primer fin de semana del nuevo curso, el 3 de septiembre. Iniciará entonces los trámites para exhumar a Franco del Valle de los Caídos. Como si el país no tuviera otros problemas, vaya.
La fórmula será el decreto ley, paralizado por problemas técnicos a pesar de las ansías de Sánchez. O sea, necesitará la aprobación del Congreso, un modo sui generis de visibilizar que pueden salir iniciativas adelante, a pesar de sus 84 escaños. Otrosí: con retrato del que vote en contra. O sea, más guerracivilismo, la obsesión del presidente por accidente, como las cruz del Valle de los Caídos.