Ya está hecho. Se consiguió la ampliación de 7.500 millones de euros. El Banco de Santander tiene ahora más capital… y más capital que dividendar. Lo que ocurre es que, como decíamos semana pasada, Ana Botín ha hecho esto obligada. El problema es cómo lo ha hecho. Podía haberlo hecho espacio, en lugar de pactar con unos cuantos fondos. Porque ahora, está en manos de los fondos, mucho más que su padre y sin la veteranía de sus padres para luchar contra los peligrosos alfiles del capitalismo financiero internacional. Que encima han entrado, como el peligroso especulador Soros, con descuento.  

Al final, los fondos, que nunca gestionan, pero sí presionan, se saldrán con la suya e impondrán la estrategia del banco y hasta los nombramientos.

La alternativa era acudir al pequeño accionista. Y seguro que el Santander lo habría conseguido, aunque habría tardado más. E incluso lo habría conseguido con menos descuentos y sin la chapuza de supresión del derecho de suscripción preferente.

Así, las cosas se han hecho rápido y mal. Y las consecuencias pueden ser duras.

Hispanidad

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