Científicos, es decir, mentes muy elevadas, situadas aproximadamente en la estratosfera, han logrado resucitar los cerebros de 32 cerdos fallecidos cuatro días antes.
Y esto es bello e instructivo, además de ridículo. No resulta muy fácil definir la resurrección de un cerebro (como si el cerebro pensara) por lo demás irracional.
Ya saben: seréis como dioses, es la tentación de moda ente gente presuntamente inteligente. Y cuidado, que es tentación antigua.
Pero el asunto no podía quedar ahí. Tenía que resultar aún más estúpido, que por algo vivimos el siglo XXI. Ahí va:
La investigación se ha hecho con 32 cabezas de cerdos de la industria cárnica. Las muestras proceden del despiece de las compañías porcinas, por lo que no se han sacrificado animales para el experimento. Un comité ético ha vigilado el proceso de manera estricta.
¿Comprenden? Un comité ético para los cerdos, que son animalitos muy respetables a los que no se puede sacrificar para un experimento.
Sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con este planteamiento estilo Pacma. En efecto, es un crimen sacrificar a 34 cerdos para una tontuna cientifista como tal. Los cerdos se sacrifican para devorarlos. Es un animalito del que nos gusta todo, incluso los andares. Bueno, si acaso, a mí, lo que menos me gusta, es el cerebro. Por mí, que resuciten al cerdo: con perdón.