Lo dice, en la revista Consejeros, Juan María Aguirre, consejero de Sacyr. Y tiene más razón que un santo. En efecto, con los subsidios de paro, a los que habría que añadir una renta mínima garantizada (que sí, señor Pedro Sánchez, que ya existe: es la que pagan los comunidades autónomas a los que no tienen ingresos), es lógico que la gente no acepte cualquier trabajo que se le ofrezca o incluso se plantee vivir sin trabajar. Se malvive pero se vive. Claro que la conclusión no es bajar los subsidios sino subir los salarios bajos. Es decir, subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Por cierto, el salario digno que pide la doctrina social de la Iglesia (DSI) no es el que permite el mercado sino el que permite alimentar a una familia. Y también se colige de la misma DSI que la competencia no puede ser una pugna por reducir costes, porque sino se convierte en cuna de la explotación laboral, que es lo que está sucediendo tal que ahora mismo. Hispanidad redaccion@hispanidad.com