El Sínodo de los jóvenes ha resultado un Sínodo blandito. Y al joven no hay que ponérselo fácil, sino difícil. Y si no responde, es que le falta espíritu juvenil.
El Papa Francisco ha elevado el nivel y les ha pedido a los jóvenes, en la clausura, que defiendan a "la Santa Madre Iglesia".
Es decir, ha calificado a la Iglesia de Santa y de Madre. Es decir, que ya basta de golpear el pecho de nuestra madre, es hora de darnos cuenta de que la Iglesia somos todos y de que hay que defenderla de sus enemigos. No es momento para autocríticas,
Y segundo, si el Papa ha ordenado defender a la madre es porque la madre está siendo atacada, aquí y ahora.
Estas palabras son más recias, más juveniles, que el discurso de los padres sinodales sobre la acogida a los jóvenes en el seno de la Iglesia: ellos ya saben buscar su sitio. El problema es cuando no se les dice para qué deben encontrar ese sitio.