La vicepresidenta primera del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, buscaba ser admirada por su talento político en Extremadura, su capacidad para hablar hasta con el PSOE. Verbigracia: con el presidente socialista Guillermo Fernández Vara. Pero entonces surgió un periodista que le hizo pregunta concreta sobre cómo ayuda -o no ayuda- el Estado a Extremadura. ¿Cómo se atreve? Soraya se encrespó, no le permitía hablar (¡Dígamelo a mí!), no le dejaba hablar, no le permitía terminar la pregunta. Verdulera en las formas y frívola en el fondo, por cuanto no respondió a la pregunta e insistió en lo malo que son los catalanes, crítica que, al parecer, no tiene tanto éxito en Extremadura como ella piensa. Hispanidad redaccion@hispanidad.com