Menos mal. Constituía la prioridad en materia de seguridad telúrica. Los transexuales podrán afiliarse al Ejército más poderoso del mundo. Según el jefe del Pentágono, secretario de Defensa de los Estados Unidos, Ashton Carter, (en la imagen) "el Ejército debe contar con los más capaces, independientemente de su orientación sexual". Pero hombre, Ash, no seas asno. Un tipo como tú, versado en inteligencia militar, o así, no puede decir eso de independientemente de su orientación sexual, mayormente porque la orientación sexual no existe. Existen hombres y mujeres, nadie nace gay, otra cosa es que después se haga gay. En el ejército USA ya han entrado los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales y los transexuales. Todo el LGTB. La verdad es que siempre han estado. Lo que ocurre es que no hacían alarde de ello. Por lo malo, dijo el Papa Francisco, no es lo gay sino el orgullo gay. Y yo no me fío de este tío como responsable del Ejército más poderoso del mundo. De Ash, digo. Porque lo de los transexuales en el Ejército no son sino ganas de montar el poyo, especialidad tanto del LGTB (ya sabemos traducirlo de corrido, hemos aprendido mucho) como de los que le tienen miedo a lo políticamente correcto y lanzan incienso sobre los gys. O sea, como el mismo Ash. Hispanidad redaccion@hispanidad.com