En Hispanidad hemos defendido a los taxistas en tanto que cuentapropistas, autónomos y pequeños propietarios se dejan la piel para sacar adelante su negocio. Y lo que nos molesta de los taxistas es que ese esquema desaparezca, cuando abundan los propietarios de muchas licencias.
De los taxistas no nos han gustado las últimas huelgas que han realizado en ciudades como Madrid o Barcelona.
De Uber y Cabify no nos gusta nada: tienen espíritu de multinacional. No son propietarios, sino proletarios, colgados de unos capitalistas. Comienzan baratos y cuando tienen clientes sumisos, suben los precios.
Pero si encima se dedican al gamberrismo a paralizar ciudades, lo mejor es que el Gobierno ratifique ya mismo la proporción 1/30. Cuanto antes.