La industria de la automoción en Europa pasa por uno de sus peores momentos en plena era eco-digital. Las protestas en Alemania e Italia, y el descontento entre los principales fabricantes europeos a consecuencia de la crisis de ventas hacen sospechar que no estamos sólo ante un cambio de paradigma. La movilidad del futuro, a diferencia de lo que se nos dice, no es eléctrica. Seguirá siendo mixta, por mucho que se empeñen la publicidad y los gobiernos en la UE en decirnos lo contrario, porque los números no salen.

Los cambios de opinión además en la Comisión Europa respecto a la decisión inicial de prohibir la venta de coches de gasolina y diésel en 2035 podría revertirse, generando esperanza por un lado y arrojando más incertidumbre con estos vaivenes a la opinión pública (consumidores) sobre el coche eléctrico.

Alemania es una potencia mundial de la automoción por antonomasia. En los 80/90 se marchó a Asia (China) para fabricar y atender la demanda local. Las décadas han pasado y como con el gas ruso de Putin, ahora depende de buena parte de los componentes chinos y taiwaneses para ensamblar sus plantas en Europa. Cuando allí suspiran como reacción de alguna crisis geopolítica, aquí nos echamos a temblar, congelamos las cadenas de producción y elevamos los precios ya de por sí poco competitivos respecto a los vehículos asiáticos.

En otros casos, fabricantes como VW planean actualmente el cierre de varias plantas fabriles en Europa y el despido de miles de trabajadores como consecuencia de que sus prospecciones de ventas de vehículos de combustión y sobre todo eléctricos no se cumplen. Especialmente significativas son las perspectivas comerciales de los eAutos que son tan caros que cuesta colocarlos en el mercado frente a la inundación de modelos asiáticos mucho más baratos. Esto se une al insuficiente despliegue de electrolineras y diversidad de modelos de carga por todo el viejo continente: España a pesar de ser un destino turístico TOP está a la cola en puntos de recarga por la geografía nacional para atender la llegada en coche de millones de turistas por carretera.  

Estas incongruencias y otras de índole política provocaron que el CEO de SEAT y CUPRA, Wayne Griffiths, abandonara la presidencia de la patronal ANFAC en junio pasado en señal de protesta por la “inacción” del gobierno Sánchez con el coche eléctrico y la electrización del sector. Griffiths comprometió serias inversiones en España para fabricar baterías eléctricas y dejar de depender de China que monopoliza aún el mercado mundial por la desidia de la UE. Algunos no sabemos si esa fábrica de baterías de SEAT en Sagunto (Valencia) tiene larga viabilidad de futuro habida cuenta la reconversión del concepto movilidad eléctrica en Europa tan propensa a llegar tarde y perder los trenes en marcha de revolución tecnológica por tan excesiva burocracia y presión fiscal. 

La guerra comercial por los coches eléctricos entre Europa y China y la subida de aranceles tampoco favorecen a los fabricantes europeos.

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Por si fuera poco el Grupo alemán VW tiene que hacer frente a las consecuencias de uno de los escándalos más fuertes desde la caída de Superlopez en los noventa, con el caso llamado Dieselgate y la apertura reciente del juicio oral al ex CEO alemán del primer fabricante europeo, Martin Winterkorn y las posibles indemnizaciones millonarias que VW tendrá que contabilizar por falsificar presuntamente niveles de emisiones en los modelos vendidos durante años.

La marca VOLVO ya ha anunciado que renuncia a electrificar todo su capacidad productiva prevista para el 2030. Ford Europa también pasa por un proceso de reestructuración de deuda (100.000 millones de dólares según fuentes financieras) y en su día se debatió en cerrar algunas de sus plantas europeas que pudo haber afectado a la española de Almussafes por escasa productividad.

El Grupo Renault  de Luca de Meo (ex SEAT) está altamente endeudado, su rentabilidad es decepcionante y mantiene en alto sus problemas derivados de incertidumbre en el sector eléctrico también, según analistas internacionales. Mientras Mercedes Benz afronta el dilema de coches de lujo y la movilidad eléctrica, tampoco está a salvo sus ventas de la clase premium, al igual que BMW  uno de los más afectados por la guerra comercial entre la UE y China. 

La broma del presidente de gobierno socialista Pedro Sánchez contra los ricos en España al aclamar “más transporte público y menos Lamborghinis”, no es guasa, porque daña un poco más la imagen de tan estratégico sector que da empleo a 14 millones de trabajadores en la UE y representa el 7% del PIB europeo. Un coche aunque sea de la gama alta, tributa más, da empleo de forma directa, indirecta e inducidamente, genera riqueza y dinamiza la industria auxiliar. Hay medios que ya cuentan que Lamborghini se plantea demandar a Sánchez por el daño reputacional de su lamentable frase.

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Desde el PSOE y Moncloa se permiten el lujo de tirar esos dardos contra quienes blindan literalmente su parque móvil oficial por el capricho de arremeter contra la oposición y desviar así la atención de los casos de corrupción múltiple que afectan a la familia del presidente español, al partido y al propio ejecutivo.   

Moncloa presume de apostar por la transición ecológica y digital pero está haciendo bastante poco por lo que a la movilidad eléctrica, electrificación y digitalización se refiere de una de las últimas industrias que sobreviven en España por no contemplar las demandas de ANFAC y abriendo las puertas a los caballos de troya asiáticos. Si retrasados vamos en la electrificación, qué decir de la digitalización del parque, rutas, callejeros y servicios adyacentes con desarrollos disruptivos de la IA donde todo son obstáculos al emprendimiento en la industria y resto de órdenes de la vida.

Contamos con un ministerio de Transformación Digital sin apenas hoja de ruta cuyo titular cambia del sillón para asaltar una institución pública que ha dejado de ser independiente como es el Banco de España. Nos creemos que con llevar wifi a todos los rincones del país ya estamos digitalizados cuando la misma administración pública en vez de reducir y agilizar el papeleo aumenta por el contrario los permisos retrasando sine die las resoluciones administrativas. 

Para acabar, seguimos siendo aún el único país occidental que no practica el patriotismo de marcas con sus coches oficiales, con un parque móvil del Estado plagado de marcas extranjeras  sin dar de comer irremediablemente a la única española: SEAT/CUPRA

 

@IgnacioSLeon