Ya saben ustedes el viejo chiste. No suenan las campanas y el padre prior le pide cuentas al padre portero:
-¿Por qué no ha tocado usted las campanas?
-Pues mire usted, padre, por 10 razones. La primera, porque nos han robado las campanas. La segunda...
-No siga: si la primera es esa, las otras nueve sobran.
Me sorprenden dos diarios económicos madrileños en su edición del jueves, ambos referidos a la noticia de la que dábamos cuenta en Hispanidad: El mundo al revés: el juez Calama imputa a Ángel Ron y absuelve a Emilio Saracho. El primero une el caso de la ampliación de capital de 2012 y establece un continuo con la de 2016. La verdad es que la ampliación de 2012 fue archivada por el juez Santiago Pedraz mientras que la de 2016, que no tiene nada que ver, acaba en la mencionada imputación del equipo Ron y de PwC. Pero según el diario hablamos de un continuo que demuestra la falta de previsiones del Popular.
Sea como fuere, lo cierto es que el equipo Ron y PwC han sido imputados por la ampliación de 2016, por supuestamente haber engañado a los accionistas y al mercado. Pues hombre, se trató de 2.500 millones de ampliación... de los que el Consejo de administración puso un 20%. Es decir, que los consejeros se engañaron a si mismos.
El segundo diario se pregunta. "¿Fue inevitable ese final del Banco Popular? La tesis consite en defender que si el Popular hubiese aceptado el matrimonio con Santander, BBVA o Caixabank no hubiera acabado así. Desde luego, si se hubiera rendido a un banco mayor, aunque no menos solvente y rentable que el Popular, no hubiera sido intervenido.
Si el Banco Popular estaba tan mal, ¿por qué el BBVA ofreció 4.500 millones de euros por él y el Santander una horquilla entre 4.000 y 7.000?
La tesis es falsa porque parte de una premisa falsa: que el Popular estaba quebrado cuando fue intervenido. Pues no: era solvente y rentable tal y como afirmaban los peritos del mismísimo juez Calama, del banco de España, que valoraron su patrimonio en 11.000 millones de euros.
Pero hay algo que conviene saber y que vale más que mil argumentos puestos en fila. Corría el 10 de marzo de 2016. El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, nombrado por el PP y el subgobernador Fernando Restoy llaman a capítulo Ángel Ron entonces presidente indiscutido del Banco Popular, en el propio caserón de Cibeles.
Restoy, el enemigo del Popu, le dice a Ron que la nueva circular contable sobre provisiones genéricas le puede exigir nuevas dotaciones al Popular. Ron le contesta que sí, que ya lo sabe, que las han evaluado y que pueden hacer frente perfectamente. Restoy insiste en que sería mejor que se fusionara con el Santander es decir, dada la diferencia de tamaño, que el Popular fuera absorbido por la entidad de Emilio Botín. Ron se niega y Restoy abandona el despacho, contrariado.
Lo más 'gracioso' es que cuando se quedan a solas el presidente del Popular y Luis María Linde, el gobernador le explica que ha hecho muy bien, porque el que puede tener problemas es el Santander, no el Popular.
Un año después, el Popular fue regalado al Santander por un euro.
Ahora que ya se ha encontrado un culpable, Angel Ron y PwC, toca reescribir la historia pero los hechos son tercos: los peritos del Banco de España dijeron que el Popu era solvente y viable
En cualquier caso, si el Banco Popular estaba tan mal, ¿por qué el BBVA ofreció 4.500 millones de euros por él y el Santander una horquilla entre 4.000 y 7.000 millones?
La 'histórica' decisión del juez Calama, que exonera a Emilio Saracho y empitona al equipo Ron, sólo significa que, como en la vieja película 'La Búsqueda'... alguien tiene que ir a la cárcel. Y claro, ahora que ya se ha encontrado un culpable, Angel Ron y PwC, toca reescribir la historia. Pero los hechos son tercos: el Santander no salvó al Popular. En todo caso, fue el Popular el que salvó al Santander.