La noticia saltaba esta misma mañana. El exministro de Consumo y excoordinador de IU, Alberto Garzón, se incorporaría a Acento, la consultora sobre asuntos públicos fundada y dirigida por el exdirigente socialista José Blanco, Garzón asumiría la Dirección de Prospectiva GeoPolítica.

Compatibilizaría esta labor con otros proyectos de carácter académico, así como colaboraciones con medios de comunicación.

Y hablamos en pasado por Garzón ha decidido renunciar al puesto: "Tras la incomprensión suscitada en el espacio político, y con la intención expresa de no dañar a las organizaciones a las que tanto tiempo y energía he dedicado de mi vida, anuncio mi renuncia a incorporarme como tenía previsto". 

Para entendernos, Garzón no renuncia por tratarse de una puerta giratoria de esas que antaño criticaba.

No, renuncia por las críticas y por presiones: su fichaje "despertó un enorme revuelo en el ecosistema de izquierdas, incluyendo a las formaciones y los espacios políticos" a los que, dice, ha dedicado todas sus energías durante los últimos 12 años, "esto es, Izquierda Unida, Unidas Podemos y Sumar".

"La impresión general, según me confirmaron diferentes dirigentes políticos, era que se trataba de una decisión que afectaría negativamente a las organizaciones del espacio político". 

Ya saben, Garzón es muy de no aplicarse los discursos de los que presume, recuerden cuando animaba a los españoles a comer carne sintética mientras él disfrutaba de un buen plato de jamón en la feria de Sevilla. 

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Eso, sí, Garzón 'muere matando' y considera que "la izquierda tiene que reflexionar sobre cómo trata a los hombres y mujeres que dedican su tiempo, su energía y su vida, en resumidas cuentas -lo más preciado que tenemos- a los proyectos colectivos". ¡Ay exministro!, el 'jarabe democrático' no sabe igual cuando se lo aplican a uno mismo.