Pedro Sánchez ha nombrado a Carmen Calvo, nueva presidente del Consejo de Estado, una sinecura estupenda para jubilarse con un buen salario... y para que no ponga la menor pega a todas sus aberraciones legales, empezando por la ley de Amnistía. Como le dijeron que Magdalena Valerio, una finura de mujer, no era apta para el cargo ahora se ha buscado una catedrática de Derecho, de cuya solidez argumental existen serias dudas en todo el panorama político. 

Es igual: se trata de que el Consejo de Estado no ponga pegas a la aprobación de cualquier barbaridad sanchista, empezando por la ley de Amnistía. Pues ahí tenéis a Carmen Calvo.

Calvo es una feminista clásica, caradura y anticlerical. Pero todavía mantiene cierto sentido común, que no procede del sustantivo 'feminismo' (nada más ajeno al sentido común que el feminismo) sino del adjetivo 'clásico'. 

Quiero decir que Calvo es una feminista caradura, insensata, mentirosa (es a la única política del mundo a la que ha tenido que desmentir el Vaticano, recuerden lo de El Valle de los Caídos) y anticlerical. Ahora bien, como otra feminista de décadas y ante la salvajada trans, Calvo, todavía conserva cierta sensatez para hacerse la pregunta clave: si el sexo femenino no existe porque cada cual posee el sexo que le viene en gana, ¿por qué he estado yo luchando por los derechos de la mujer durante décadas? ¿Por algo que no existe?

En definitiva, que Carmen Calvo es un peligro y tiene una caradura inmensa pero es menos majadera que Ione Belarra o Irene Montero.

Y no lo duden, si don Pedro necesita nombrar a Ione Belarra o a Irene Montero para presidir el Consejo de Estado... lo hará sin pestañear.