Estimado señor Feijó y demás votantes del Partido Popular.
La respuesta de la dirección del partido, ha tranquilizado un poco pero no del todo.
Querría hacer referencia a dos expresiones que han salido en los medios y que no producen ninguna confianza: la primera es que el PP “reivindica su derecho a evolucionar” y la segunda es llamar “núcleo duro” a los votantes que se ponen nerviosos con las últimas declaraciones del presidente Feijóo y de su portavoz, Borja Sémper.
Respecto a la primera, me gustaría decir que no es ninguna evolución favorecer la muerte del no nacido. Evolución es facilitar las cosas para que ninguna mujer tenga que decidir acabar con la vida de su hijo. Esto supone poner muchos medios y cabeza para favorecer la natalidad. Además, en España no se puede hablar mucho de superpoblación; se habla más bien de la España vacía. En el centro del país y en Aragón tenemos cada vez más pueblos deshabitados.
Respecto al “núcleo duro”, que son nada menos que cuatro millones de habitantes, me gustaría decir que esas personas son las que cuando les cedes el paso en una puerta te sonríen y te dan las gracias, en el metro ceden el sitio cuando entra una persona de cierta edad, los fines de semana no pueden hacer planes demasiado sofisticados, porque hay que atender a los abuelos, y hacer planes con los hijos son su mayor tesoro. Y por último, no toman las calles sino que incluso -¡asómbrense!- rezan por sus gobernantes, para que cambien.
De esos cuatro millones, tres siguen votando, por ahora, al Partido Popular y un millón, junto con otra gente que no votaba a nadie, son los que forman el electorado de Vox.
No seamos ingenuos: esos “duros” que votan al PP son la representación del humanismo cristiano, que fue el origen de la Unión Europea.
Como decía un filósofo, Europa no se entiende sin el cristianismo y, si no existiera, habría que inventarlo.