Sr. Director:
Maravilla la iluminación de calles y plazas de los distintos pueblos y ciudades de España durante las cuatro semanas que preceden a la Navidad, el Adviento litúrgico.
¿Qué sentido tiene? La costumbre arranca de una tradición: la espera de la venida del Señor, el Señor de la Historia, el Salvador. El gozo por en la espera de la venida de Cristo se expresa con luces y villancicos, con dulces y comidas de hermandad, con regalos. Ni el coronavirus nos puede quitar, a los cristianos, la espera alegre de la Navidad, que es la celebración de la aparición del Hijo de Dios en la tierra: “acampó entre nosotros” ( Jn, 1, 14). Adviento es la espera de la venida de El Salvador, que vino hecho niño para que nadie le tema y nos inspire el amor que salva. El sentido cristiano de la Navidad se revive de modo místico en la oración frente al pesebre, físico o mental; entonces, se reciben las gracias que Jesucristo nos alcanzó al nacer como hombre en Belén, en la pobreza de un mísero Portal. Él es nuestro Redentor. Él es el Amor que llena. Uno de los villancicos que mejor retrata el tiempo litúrgico de Adviento, quizá sea el de Carmelo Erdozáin: “La Virgen sueña caminos,/ está a la espera; /la Virgen sabe que el Niño/ está muy cerca. /De Nazaret a Belén /hay una senda, /por ella van los que creen/ en las promesas./ Los que soñáis y esperáis /la Buena Nueva, /abrid las puertas al Niño, /que está muy cerca. /El Señor cerca está, /Él viene con la paz. /El Señor cerca está, / Él trae la verdad. (…)”