Sr. Director:
Recuerdo que, hace unas décadas, un alto cargo político expresó – en privado, claro – que él quería ser como Felipe González, que le tiraban huevos en Sagunto unos trabajadores y le importaba un bledo. Pase lo que pase, llueva lo que llueva, cara sonriente y ¡hacia adelante!
Ahora, repasar las reacciones por la sentencia de los ERE fraudulentos en Andalucía es indignante, también recordando lo que ha sucedido en estos años con el mayor fraude de la democracia.
Para el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, es un caso que pertenece al pasado y no salpica al PSOE ni al Gobierno actual. Memorable. Por su parte, Alfonso Guerra dice que no es para tanto el fraude (cerca de 700 millones de euros), porque Chaves y Griñán no han robado, no se han llevado un euro.
Han sido condenados dos expresidentes de la Junta de Andalucía, que fueron ministros del Gobierno de España con Felipe González y con José-Luis Rodríguez Zapatero, y ambos fueron presidentes del PSOE a nivel nacional. Pero todo ello no parece tener relevancia para algunos.
Griñán dimitió el 27 de agosto de 2013 como presidente de la Junta de Andalucía, y pocos días después, el 12 de septiembre, era elegido senador con 55 votos de los 104 parlamentarios andaluces, quedando así aforado de cara al caso de los ERE falsos, en los que estaba ya imputado Griñán.
El caso surge por la denuncia de Juan-Antonio Zoido en abril de 2009, entonces portavoz del PP en el ayuntamiento de Sevilla. Para los líderes socialistas, todo era una maniobra del PP, y a la jueza que asumió el caso – Mercedes Alaya – la descalificaron continuamente tanto Chaves como Griñán, por “servir al PP”. Gran respeto a la justicia.
Los ataques a la jueza no cesaron. Desde Izquierda Unida, se dijo de ella que era “pija, ultra y católica”, calificativos que suenan reiteradamente desde la izquierda cuando algo turbio o muy turbio sale a la luz pública. Interesantes calificativos para descalificar, que siguen utilizándose para otras personas o ideologías en estos momentos.