Sr. Director:

La mano derecha de Pedro Sánchez en Asturias, Adriana Lastra,con motivo de la homilía pronunciada en la festividad de la SANTINA se ha despachado con exageraciones provocadoras. En un alarde de demagogia ha acusado a Monseñor de querer desalojar a los socialistas de Covadonga; según otros secuaces, Monseñor pretendía encerrase con “incienso en la caverna”, toda una provocación reaccionaria. Monseñor Fray Jesús Sanz es un teólogo profundo, cuando diserta sobre los privilegios de la Santina, practica la elocuencia del púlpito, (magistralmente expuesta por Jovellanos en su tratado de Poética-Retórica,) con gran estética estilística.

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Se ha vuelto a repetir lo de todos los años: políticos radicales acusan al Arzobispo de meterse en política. Lo que es mendaz. Incluso no faltan gobernantes, que acusan a Monseñor Fray Jesús de defender la ideología de algún partido político. La realidad es muy diferente: basta con leer sin prejuicios “a priori” el contenido de las brillantes homilías de Monseñor, quien solo habla de los valores en los que cree y predica y nunca hace política sino que amonesta y alerta a los fieles. Al Arzobispo lo acusan de hacer política por defender el derecho troncal y fundamental a nacer y morir con dignidad desde el mismo momento de fecundación hasta la muerte no provocada, sino respetada con cuidados paliativos. Monseñor siempre es muy cuidadoso e incluso meticuloso en sus homilías. Algunas personas se incomodan, pero son otras las que están de acuerdo  con los valores que defiende su Pastor sobre la familia la vida y el derecho de los padres a la educación moral de sus hijos  Siempre predica Fray Jesús desde su conciencia humana y cristiana. Nunca habla directamente de política. partidista. Es evidente que Monseñor como sucesor de los apóstoles, sigue los mismos criterios que Pedro y Juan en Jerusalén. Cuando las autoridades judías intentaron prohibirles hablar, ellos contestaron que tenían que obedecer a Dios antes que a los hombres incluso si se les prohibía hablar o se les amenazaba con la cárcel, como practican ahora Daniel Ortega y sus secuaces en Nicaragua contra sacerdotes y obispos.