Sr. Director:
El pasado 23 de noviembre, en la basílica de la Sagrada Familia de la ciudad de Barcelona (España) fueron elevados a los altares en calidad de beatos los mártires Gaietà Clausellas, sacerdote y el laico Antoni Tort, asesinados ambos por odio a la fe en el año 1936.
Presidió la celebración el cardenal Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos y representante del Papa en esta solemne ceremonia de beatificación celebrada en Barcelona.
Los obispos de las diócesis catalanas y miles de fieles participaron vivamente en la celebración.
El hecho de que ambos mártires fueran asesinados bajo el mandato de Lluís Companys ha hecho que los nacionalistas catalanes hayan pasado por alto esta solemne ceremonia de beatificación.
El ya beato Antoni Tort, padre de once hijos, joyero y perteneciente a la Comunión Tradicionalista Católica, fue asesinado después de haber ofrecido su casa como refugio al cardenal Manuel Irurita, arzobispo de Barcelona. Allí se refugiaron también familiares del cardenal y seis religiosas. Una patrulla de milicianos asaltó la casa y localizó al cardenal y a los demás refugiados. Fueron detenidos y trasladados a una checa. Tort entregó su alma al Creador en la madrugada del 3 al 4 de diciembre de 1936.Tenía 41 años de edad.
El sacerdote Gaietà Clausellas era capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, dedicadas a atender y asistir a ancianos pobres y enfermos. Algunos recomendaron a Clausellas que huyese y procurase esconderse, ya que la intención de los enemigos de la Iglesia era acabar con todo el clero español, pero el santo sacerdote se negó: "No puedo dejar a mis viejecitos". Fue detenido por milicianos por orden de la Generalitat de Catalunya la noche del 14 de agosto de 1936. Lo metieron en un automóvil y en la carretera de Matadepera (a la altura de Sant Julià de Altura) lo mataron de un tiro y abandonaron su cadáver allí mismo. Tenía 74 años de edad.
El Papa Francisco reconoció que ambos mártires fueron asesinados por odio a la fe y no por otras razones. Por eso decretó su beatificación.
El testimonio del martirio de estos varones debe entenderse a la luz del ejemplo de Cristo, un modo de considerar la vida no como una posesión que hay que retener con avaricia, sino abriéndola al encuentro, a la misericordia, al cuidado de los demás, a la fidelidad a la propia fe, y ésto no por solidaridad o filantropía, sino precisamente imitando a Jesucristo, el Rey de los mártires.
Por lo que respecta al cardenal Irurita, nacido en 1875, fue nombrado obispo de Barcelona en las postrimerías del gobierno de Primo de Rivera; procedía de la diócesis de Lérida.
Primero fue canónigo en Valencia y luego manifestó una notable oposición al catalanismo anticatólico.
Profundamente conservador y desconocedor de la realidad de Barcelona, Irurita se rodeó de carlistas y recibió con hostilidad el régimen republicano que quería acabar con la Iglesia Católica en España.
Acerca de su muerte hay dos versiones: la primera afirma que fue detenido junto con Antoni Tort y asesinado en 1936. La segunda versión afirma que pudo sobrevivir hasta 1939, año en que sería asesinado entre la Seu d'Urgell y Andorra por unos militantes del Sindicato de la Alimentación, que consiguieron marcharse a América.
Por el momento y hasta que se aclare definitivamente el caso, el Dicasterio para las Causas de los Santos prefiere estudiar más a fondo qué ocurrió con Irurita y cuándo y por qué le asesinaron.
El obispo Modrego consideró suficientemente probada la identificación que se realizó en 1943, siendo el cadáver correspondiente a la ficha número 814 el del obispo Irurita, asesinado también por odio a la fe y no por razones partidistas.
Tras la afirmación de Modrego, que realizó por escrito el 16 de noviembre de 1943, parece que los restos mortales de Irurita, enterrados provisionalmente en el cementerio de Montcada, fueron trasladados a Barcelona, procediéndose enseguida a su entierro en la catedral metropolitana el 3 de diciembre de 1943, sepelio que tuvo lugar en la capilla denominada del Cristo de Lepanto.
El 17 de junio de 1939 se celebraron en la catedral de Barcelona unos solemnes funerales por el alma del obispo Manuel Irurita, muerto en diciembre de 1936, y a continuación se descubrió una placa que daba su nombre a la vía urbana que tradicionalmente se había llamado la calle del Obispo.
El presidente de la Diputación de Barcelona propuso la erección de una estatua de Irurita, acuerdo que tomó la Diputación de Barcelona el 22 de julio de 1939, con la salvedad que sería costeada por suscripción popular. La escultura se colocó en una hornacina de la fachada del Palacio Episcopal el día 9 de diciembre de 1943 con motivo del traslado de los restos del obispo asesinado a la catedral de Barcelona.
Por el momento sigue abierta la causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Mons. Manuel Irurita Almándoz.
De 1936 a 1942, la Sede de Barcelona estuvo vacante. Don Miguel de los Santos Díaz Gómara actuó como administrador apostólico hasta el 30 de diciembre de 1942. Luego fue nombrado arzobispo de Barcelona Gregorio Modrego, después Marcelo González, seguidamente Narciso Jubany, luego Ricardo María Carles, a quien sucedió Lluís Martínez Sistach y a continuación Mons. Juan José Omella, actual cardenal-arzobispo de Barcelona.
Gracias a Dios, tenemos ya dos beatos mártires más que, desde el cielo, ruegan al Señor por nosotros y nos estimulan a dar un humilde y valiente testimonio de nuestra fe en Jesucristo Salvador.