Sr. Director:
Antes era un lector asiduo de su web Hispanidad.com, pero hace algún tiempo cada vez menos al leer los disparates que escribe en su aferrada defensa del papa Francisco. No entiendo cómo sigue defendiendo lo indefendible. En el artículo de fecha 27/08/23 titulado “Alguien quiere destruir…”, llega al culmen la papolatría, al escribir “si, la obediencia antes que la verdad… porque ni usted ni yo somos los indicados para definir la verdad. La verdad la define el Papa y todo lo que salga de ahí no es más que soberbia disfrazada de lealtad doctrinal”. Bravo, acaba de colocar al Papa por encima de Dios, y convertir la Iglesia en una secta, al servicio de un líder humano.
Chesterton escribió que al entrar en una Iglesia, hay que quitarse el sobrero, pero no la cabeza. Por lo visto usted, se quita el sombrero, la cabeza y el mismo sentido común. Entiendo que usted, para evitar caer en el error, del subjetivismo, dice que “ni usted ni yo somos los indicados para definir la verdad”, pero no se da cuenta que cae en otro error, la papolatría, que es poner el Papa por encima de la verdad que viene de Dios. La obligación de cualquier católico es no dejarse llevar ni por el subjetivismo, ni por la obediencia ciega a nadie, sino formarse en la verdad, para saber distinguir entre el bien del mal, entre el lobo y el pastor. La Iglesia definió la infabilidad del Papa, para unas circunstancias muy concretas y restringidas, pero usted la hace extensible a todo lo que diga o haga el papa. Si esto no es culto desmesurado al líder, no sé lo que es. No sé si se da cuenta, el problema que nos encontramos cuando un Papa, dice lo contrario que el anterior. Por lo visto, se empeña en convertir al papado en un vulgar cargo político que -como Sánchez-, nunca miente, solo cambia de opinión.
Creo que debería meditar un poco las palabras de Benedicto XVI: El Papa no es un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley. Al contrario: el ministerio del Papa es garantía de la obediencia a Cristo y a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino vincularse constantemente a sí mismo y la Iglesia a la obediencia a la Palabra de Dios, frente a todos los intentos de adaptación y alteración, así como frente a todo oportunismo" (Homilía en San Juan de Letrán, 7 de mayo de 2005). Francisco suscita rechazo en mucha gente, no porque caiga mal, como afirma usted, sino porque nos obsequia con frecuentes dislates, y alguna que otra herejía, y sobre todo porque proclama sus propias ideas, en vez del Magisterio de la Iglesia. Usted siempre intenta salvar a Francisco, dando la culpa a los que le rodean. Oiga, es una excusa infantil. Francisco se rodea de los que piensan como él. No hay más. Si usted se empeña en no ver los destrozos, y el desprestigio del papado que provoca Francisco, entonces, sólo cabe decir ¡que Dios le devuelva la vista!