Millones de españoles se manifiestan en forma pacifica y ordenada, pese a algunos encapuchados que pretenden romper la unidad, contra lo que algunos califican como la investidura del oprobio. Esta mayoría precisamente no silencioso no piden nada que no sea democrático y constitucional, sencillamente que los prófugos de la justicia y los que han atacado la paz y la convivencia no sean amnistiados y mucho menos cuando no se han arrepentido de sus ataques a la democracia y perjuran que van a volver hacerlo, porque piensan que los jueces son culpables y prevaricadores por aplicar la ley, que condena sus desmanes separatistas. La respuesta de la sociedad civil no partidista, es unánime y no admite fisuras en ningún sitio. Solo desea que todos los españoles sean iguales ante la ley, y no se favorezca a los enemigos de España, que debe ser respetada en su unidad y pluralidad como la contempla la Constitución que expresamente prohíbe la amnistía por los delitos contra la unidad e integridad.

Frente a esta casi unanimidad nacional están lo que se llama la casta, que defienden esta ilegalidad constitucional manifiesta, por motivos estrictamente de obediencia al que aún perdiendo las lecciones, como sea y con quien sea, será presidente con los votos de los que no quieren ser españoles luchando contra España. Esto solo se puede entender para no perder su modus vivendi. Son muchos los cargos y chiringuitos que viven de por y para mantener el cargo. No faltan militantes socialista históricos que se oponen a la maniobra golpista, pero o son silenciados o son expulsados.

Fidel Garcia