Sr. Director:
En Occidente vivimos tiempos muy raros donde poco a poco nos van imponiendo la marginación del cristianismo de nuestros ámbitos públicos, pese a ser uno de los elementos fundamentales en la constitución y desarrollo de nuestra civilización. Y dentro del cristianismo, el catolicismo es el que recibe mayores ofensas y desprecios de no pocos poderosos personajes e instituciones que se autodenominan progresistas. Por eso resulta desconcertante el generoso apoyo con que éstos han impulsado hacia la presidencia USA a Joe Biden, ensalzando y hasta bendiciendo que se declare católico practicante y vaya los domingos a Misa. Desconcertante e inaudito, porque valores fundamentales de la fe y doctrina católica son intensa y frontalmente combatidos desde los potentísimos y mediáticos centros progresistas de poder, a través de «progresos» tan nefastos como el aborto, la eutanasia y la ideología de género. Quizás en el hecho de que entre sus primeros nombramientos y medidas se encuentren algunos descaradamente proabortistas y proLGTBI, radique la clave que nos explica los unánimes parabienes del progresismo universal hacia el «catolicazo» Joe Biden. Y esto demostraría que al progresismo no les molestan los católicos; sino sólo aquellos que son coherentes con lo que dicen creer.