Sr. Director:
Dice la frase popular: “la experiencia es la madre de la ciencia”. Todos estamos lamentando la grave situación en la cual vive España, pero entre tanto escrito que se propaga por las redes sociales, pocos tratan el aspecto religioso; pero si una persona está hecha a imagen y semejanza de Dios, tiene que reflejar de algún modo sobre todo si es católico, con su comportamiento su privilegio de ser hijo de Dios- La vida de la Iglesia Católica es la Divina Eucaristía, es la presencia viva y presente de Cristo con nosotros, que perdona nuestros pecados y nos hace partícipes de su Vida Divina, que nos hace personas nuevas. Los ancianos tenemos la experiencia y hemos recibido una formación basada en esa doctrina, y Cristo es nuestro Dios y Señor, y para comulgar ya sabías las condiciones, no tener pecado grave y comulgar de rodillas y en la boca. Pero a partir de la década de los años sesenta del siglo pasado, la Jerarquía y el clero “progresista”, desobedeciendo las normas del Magisterio, vigentes desde hace XVI siglos, de comulgar de rodillas y en la boca, comenzaron a dar la comunión en la mano.
El Papa Pablo VI para tranquilizar las conciencias de los que venían comulgando sacrílegamente al recibir sin autorización la comunión en la mano, permitió como privilegio ese uso para los que venían comulgando así, pero afirmando la norma vigente des de hace XVI siglos de recibir la comunión de rodillas y en la boca. ¿Qué ha pasado? Pues que ese privilegio que se refería a esas personas de ha convertido en la forma generalizada que actualmente estamos viendo y padeciendo, pues han convertido la permisión de la Iglesia para unas personas, como mandato. Aunque parezca que esta norma de proceder no tenga repercusión social, es un error, porque una persona que viva según esa fe será más fraterna y más solidaria. Por tanto tenemos que tener conciencia y seguir si nos es posible el mandato de la Iglesia, comulgar de rodillas y en la boca y no con fundir el mandato con la permisión por falta de obediencia.