Sr. Director:
El horrible y satánico sacrilegio con el que ha sido ofendida la piedad y devoción mariana de los católicos y que la ministra portavoz de un gobierno que en su historia más ha atacado a la fe de los católicos, hasta el martirio, ha sido justificado por la señora Celaá con el tópico cobarde de la libertad de expresión. Cuando los ataquen se ceban con la fe de los católicos se justifican en nombre de un derecho inexistente. Atacar a los católicos y mofarse de su Fe es tolerable, pero cuando se trata de otras creencias es necesario exigir respeto y no molestar. Los católicos como no utilizan la violencia para defenderse son despreciados y tenidos por pusilánimes, mientras que los que utilizan la violencia, el terror y la muerte cuando son atacados son defendidos como víctimas de la intransigencia y de la intolerancia. Todos tienen derecho a que se les respeten sus ideologías y creencias. Incluidos lo que las utilizan para el odio y la guerra.
Cómo no recordar las sublimes expresiones del gran San Bernardo cuando decía: “¡Oh María! Tú eres la estrella vibrante, que se levanta sobre el mar majestuoso e inmenso de la vida, cargada de méritos y lucientes de ejemplos”.
Durante generaciones han sido millones los españoles que han alabado la grandeza virginal y maternal de la Madre de Dios. Con aquellos versos sencillos: Bendita sea tu Pureza / eternamente lo sea/ pues todo un Dios se recrea/ en tan gracioso belleza/ a Ti celestial Princesa Virgen Sagrada María/ yo te ofrezco en este día/ alma vida y corazón/ mírame con compasión/ no me dejes Madre Mías